I. Orbis: Un Mapa de Cicatrices
Hoy, mirar un mapa de Orbis es mirar la autopsia de un mundo. Las Zonas 3 y 4 siguen bajo el pesado yugo de la corrupción absoluta, territorios de pesadilla donde el cielo sangra perpetuamente en tonos violetas y la gravedad obedece a caprichos crueles. Allí, las bestias de Varyn patrullan sin descanso, construyendo obeliscos de obsidiana que actúan como antenas para el Vacío. Sin embargo, en los márgenes de este infierno, algo fundamental ha cambiado.
El miedo, esa parálisis fría que definió a la generación de nuestros padres tras el Año Cero, se ha evaporado. En su lugar, ha cristalizado una determinación fría, calculadora y letal. Ya no somos supervivientes escondidos en cuevas húmedas esperando el final; somos un ejército operativo. Hemos aprendido que las bestias sangran, que los obeliscos se quiebran y que Varyn, por todo su poder divino, tiene miedo de una sola cosa: nuestra unidad.
Bajo el estandarte azul y dorado de Tessa, hemos establecido "El Bastión", una fortaleza móvil colosal que es una maravilla de la ingeniería híbrida. Combina la robustez de la mampostería defensiva humana con la magia de crecimiento acelerado de los Kweebecs, permitiendo que las murallas se reparen a sí mismas y se muevan a través de los bosques densos. Es el corazón palpitante de la Resistencia.
"Ellos tienen números infinitos, magia oscura y el favor de un dios loco. Nosotros tenemos acero, rabia y algo mucho más peligroso: no tenemos absolutamente nada que perder."
II. Las Forjas de la Ira
El interior del Bastión es una sinfonía de guerra industrial. Las forjas no descansan jamás. El sonido rítmico de miles de martillos golpeando yunques resuena día y noche, una percusión que mantiene el ritmo cardíaco del ejército. Los herreros han desarrollado una nueva aleación: acero templado en sangre de bestia y enfriado con cristales de tormenta. Estas armas no solo cortan la carne; interrumpen la conexión mágica de las criaturas del Vacío, impidiendo que se regeneren.
Los alquimistas, antes dedicados a pociones curativas, ahora fabrican explosivos volátiles encapsulados en vidrio rúnico. Cada flecha, cada espada y cada escudo producido en el Bastión lleva grabada una promesa de retribución. La economía del oro ha muerto; la única moneda de valor hoy es la munición y la lealtad.
III. Los Centinelas de Gaia: Gigantes en la Encrucijada
Durante quince años, los Golems de piedra fueron el símbolo de nuestra mayor derrota. Aquellos que una vez fueron los Centinelas de Gaia, guardianes de los nexos elementales, se convirtieron en las máquinas de asedio más letales de Varyn tras ser infectados por la energía del Vacío. Sin embargo, en la actualidad, el Bastión ha logrado un hito que parecía imposible: la purificación rúnica. Gracias a la combinación de la tecnología humana de frecuencia y los cantos vitales de los Kweebecs, hemos logrado "liberar" a un pequeño número de estos gigantes.
Estos Golems recuperados, aunque marcados por las cicatrices violetas de su corrupción pasada, han jurado lealtad a Tessa. Son pocos, pero su presencia en el campo de batalla es decisiva. Actúan como escudos vivientes contra los rayos del Vacío, permitiendo que la infantería avance. No obstante, la mayoría de los Centinelas siguen vagando por la Zona 3 como cáscaras vacías o servidores de la oscuridad, lo que obliga a nuestros soldados a enfrentarse a los antiguos protectores del mundo en combates desgarradores.
Avanzando hacia las líneas del frente.
IV. Una Hermandad de Sangre y Piedra
Lo que Varyn nunca anticipó fue esta unión total. Los Ferans aportan la velocidad, los Kweebecs la sabiduría de la tierra, los Humanos la tenacidad del acero, y ahora, los Golems liberados aportan la fuerza tectónica. Esta alianza no es solo militar; es una reconstrucción del ecosistema original de Orbis. Estamos recuperando las piezas del puzle que Varyn intentó destruir.