I. Orígenes: El Martirio en la Zona 2
La historia de los Feran no se escribe con pluma, sino con las cicatrices que surcan la espalda de sus ancianos. Nativos de los desiertos abrasadores de la Zona 2 (Borea), estos cánidos humanoides no siempre fueron los guerreros orgullosos que vemos hoy. Durante siglos, su existencia estuvo definida por la oscuridad de los túneles y el peso de los grilletes. Los Scaraks, una raza insectoide colmena de inteligencia fría y despiadada, los consideraban poco más que herramientas biológicas, "ganado de carga" destinado a extraer los cristales de maná que alimentaban el imperio subterráneo de la Colmena.
Bajo el sol inclemente de las dunas, los Feran eran forzados a trabajar hasta la extenuación en las minas de cielo abierto. Un Feran esclavo carecía de nombre propio; se les asignaba una secuencia rúnica marcada a fuego en la piel. Se les prohibía cualquier forma de expresión cultural, el uso de su lengua nativa y, sobre todo, la formación de vínculos de manada fuera del trabajo. Los Scaraks sabían que un Feran solo es peligroso cuando recuerda que pertenece a un grupo, por lo que aplicaron tácticas de aislamiento brutal durante generaciones.
A pesar de este intento de borrado cultural, en la penumbra de las barracas de esclavos, la identidad Feran sobrevivió. El "Lenguaje del Silencio", una serie de gestos y gruñidos sutiles, permitió que el odio hacia sus captores se destilara en un plan de rebelión que tardaría décadas en madurar. La rabia no se desvaneció; se convirtió en arena que erosiona la piedra.
"Nos quitaron el nombre, nos quitaron el sol y nos quitaron la paz. Pero al hacerlo, nos dieron una razón para luchar que sus mentes de colmena nunca comprenderán."
II. La Noche de los Grilletes Rotos
El Año Cero de Orbis trajo el caos, y en ese caos, los Feran encontraron su oportunidad. Mientras los Scaraks intentaban contener las primeras grietas del Vacío que aparecían en sus dominios, la rebelión estalló. La leyenda habla de "El Primer Rompecadenas", un Feran anónimo que estranguló a un capataz Scarak con sus propias cadenas de hierro. Ese acto fue la señal. En cuestión de horas, las minas de la Zona 2 se convirtieron en un matadero.
La insurrección fue visceral. Los Feran no tenían armas, así que convirtieron sus grilletes en manguales y sus picos de minería en hachas de guerra. No buscaban conquistar; buscaban erradicar. Fue en este conflicto donde nació su estilo de combate actual: una danza frenética de saltos, mordiscos y estocadas aprovechando su fisionomía canina. Al final de la semana, la superficie de la Zona 2 estaba sembrada de caparazones Scarak vacíos. Los Feran emergieron de las profundidades no como esclavos, sino como "Rompecadenas", jurando que ninguna criatura, ya fuera Scarak o de Varyn, volvería a ponerles un collar.
Detalle de un guerrero Feran portando una cimitarra de cristal de maná.
III. Sociedad y Tácticas: La Ley de la Manada
Tras su liberación, los Feran adoptaron una estructura social seminómada basada en el mérito y la lealtad absoluta a la manada. No existen reyes entre ellos; el liderazgo lo ostenta el "Alpha de Guerra", aquel cuya astucia y valor aseguran la supervivencia del grupo. Su cultura es austera y pragmática: cada objeto que poseen debe tener una utilidad en combate o en la supervivencia extrema del desierto.
En el campo de batalla, los Feran son la pesadilla de la infantería pesada del Vacío. Desprecian las armaduras de metal por ser ruidosas y limitar su agilidad natural. Prefieren cueros ligeros de bestias del desierto y pinturas de guerra hechas con polvo de cristal. Son maestros de la emboscada; pueden enterrarse bajo la arena durante horas para emerger como sombras letales justo en el centro de un convoy enemigo. Su arma predilecta es la cimitarra curva, diseñada para infligir heridas profundas en movimiento, y la lanza arrojadiza para derribar unidades voladoras.
IV. El Vínculo con la Resistencia de Tessa
La unión de los Feran a la Alianza no fue inmediata. Al principio, veían a Tessa y sus humanos como otro grupo de "señores" potenciales. Fue la propia Tessa quien se ganó su respeto al retar al Alpha de la mayor manada Feran a un duelo de velocidad. Tessa no usó su rayo para ganar, sino que igualó su tenacidad, demostrando que su lucha era por la libertad, no por el dominio.
Hoy, los Rompecadenas son la caballería ligera de la Resistencia. Montan sobre los "Sand-Runners", veloces reptiles del desierto que pueden cubrir distancias enormes sin agua. Su papel es vital para el Bastión Móvil: actúan como los ojos y oídos del ejército, detectando patrullas del Vacío mucho antes de que estas se den cuenta de que están siendo observadas. Para un Feran, luchar junto a Tessa es una extensión de su propia liberación.
V. La Amenaza de los Scaraks y el Vacío
A pesar de su libertad, los Feran viven en un estado de guerra perpetua. Los restos de la Colmena Scarak, ahora corrompidos por Varyn, intentan constantemente recuperar su "propiedad". Esta alianza antinatural entre los insectoides y el Vacío ha dado lugar a los "Scarak-Void", criaturas de pesadilla blindadas y con poderes mágicos que cazan Ferans por deporte.
Tessa sabe que si la Zona 2 cae por completo ante esta alianza, la Resistencia perderá su mayor fuente de exploradores y guerreros de choque. Por ello, la misión en la Actualidad es clara: asegurar los oasis sagrados y destruir los nidos Scarak corrompidos. Los Feran no retrocederán; después de probar el sabor de la libertad, prefieren que su raza se extinga entre las arenas antes de volver a sentir el frío del metal en sus cuellos.